EL GRUÑIDO QUIETO DE LOS CERDOS: LA ALEGORÍA POSMODERNA DE JOHANNA STOBEROCK. ELIDIO LA TORRE LAGARES

En la novela Cerdos, de Johanna Stoberock, hay una isla innombrada en algún mar desconocido, cuatro niños se dan a la tarea de recoger la basura que llega a la orilla de la playa y utilizarla como alimento para seis cerdos. El mar es tóxico, por alguna razón cuya explicación huelga. Los cerdos tienen apetito voraz. Se comen todo. Los niños no saben cómo ni de dónde llegaron. Ni ellos ni los cerdos. La eternidad dura mientras tengan memoria de lo que viven. Como han vivido toda la vida allí, se podría decir nacieron niños y que solo podrán ser niños.

No cuestionan su presente. No tienen pasado.

Los protagonistas de la novela -Luisa, Mimi, Natasha y Andrew- cumplen una función autómata en un sistema de eliminación de desperdicios que llegan desde todas partes del mundo, pero da igual de dónde provienen. Los niños son conscientes de que deben alimentar los cerdos y hacer desaparecer toda la basura que se acumula a la orilla de la isla, pero nada realmente desaparece del todo. Esto ellos no lo saben. Aún.

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